lunes, 8 de diciembre de 2008

Distopías


Maikel A. Ramírez

USB-Litoral

maiki13@hotmail.com


No me importa la historia, porque no es allí donde quiero estar

(The Ramones: Rock & Roll Highschool)

Nada que hacer, ningún sitio donde ir. Quiero estar sedado

(The Ramones: I wanna be sedated)

Domingo ya voy a vomitar. Es otra semana, volver a empezar

(Sentimiento Muerto: La Semana)



El término distopía (también cacotopía, anti-utopía o utopía negativa) nace del matrimonio de las voces griegas ‘dis’ (malo) y ‘topos’ (lugar); y fue empleado por primera vez por John Mill Stuart en un discurso ante el parlamento británico en 1868. En el género de la ciencia ficción se entiende por distopía a una obra literaria ambientada en una sociedad futurista indeseable para el lector a causa de sus rasgos negativos.

Gabriel Zaid, en su artículo La Fe en el Progreso, establece como fecha 1750, cuando el estudiante de teología Anne-Robert-Jacques Turgot pronuncia su discurso “cuadro filosófico de los progresos sucesivos del espíritu humano”, como el nacimiento de la religión que nos ha movido desde entonces: el progreso. Esta idea luego se ve extrapolada a las ciencias durante el Siglo de las Luces y se acentúa con el positivismo en los siglos XVIII y XIX. Los escritores de la época depositan la idea del progreso en sus piezas literarias, caso paradigmático lo representa la prosa de Julio Verne, cuyas novelas presentan los alcances bondadosos de la ciencia y la tecnología, tendencia que con el transcurrir del tiempo sufrirá los embates de la mala praxis que los hombres hacen de estas disciplinas del conocimiento humano.

Así, las distopías son resultados de un estropeado devenir histórico y, principalmente, proyecciones de los males que nos afligen en la actualidad, o, por ponerlo en los términos de Darko Suvin, son “nuevos mapas del infierno”. En correspondencia con la idea señalada arriba, vale decir, que las distopías son la antítesis de la herencia redentora de La Divina Comedia y de la idealización platónica de La República.

El movimiento cyberpunk ofrece futuros distópicos en los cuales los personajes centrales sufren alienaciones en sociedades post-industriales avasalladas por la tecnología. Los conflictos contra inteligencias artificiales, hackers, y mega-corporaciones son lugares comunes para las obras dentro de este movimiento. El desarrollo del internet o realidad virtual es uno de los temas más explotados por el cyberpunk. El nombre del género no implica necesariamente el uso de música punk, tal como podría notarse en un filme como The Matrix de los hermanos Wachowski, cuya banda sonora va desde la música clásica hasta la electrónica.

El préstamo del término ‘punk’ se produce por la radicalidad de este género musical y por su centralización en la función conminativa del lenguaje. El contexto de nacimiento del punk es la guerra fría, la cual lo lleva a convertirse en un sentimiento de angustia por el futuro. Usar el peinado mohicano demuestra como le quedará el cabello a la humanidad cuando caigan las bombas atómicas. Pero es la imagen del bajista de los Sex Pistols Sid Vicious (John Ritchie), en su gira por Los Estados Unidos, la mayor consolidación de autodestrucción y desasosiego por el futuro, cuando después de ser herido, se regodeaba cortándose a si mismo mientras bañaba a la audiencia de sangre.

El momento clave del punk lo representa la visita de The Ramones a Inglaterra, en donde el punk devendrá luego en toda una cultura, dada la mísera vida de los jóvenes allá. Su tema Blizkrieg Bop con su frase “hey, ho. Let´s go” (hey, ho. Vamos) se convierte en el llamado a actuar. No hay otro género musical que emplace más a tomar acción que el punk. Este género destaca por la simplicidad de sus piezas musicales que dan cuenta del desapego por lo decoroso (todo lo material), y la rapidez e intensidad de las mismas afianza su tensión por la brevedad de la vida.

Las distopías son la realización literaria de la máxima nietzscheana de la muerte de Dios, cuya desaparición simbólica sume el mundo en el caos y en la falta de búsqueda de redención. El nihilismo es la actitud que impregna a los personajes de tales obras apocalípticas. Pero también, paradójicamente, como ya fue señalado, su lenguaje se comprende desde la función conminativa, por cuanto exhortan al lector a romper el status quo para rescatar el mundo.

Paso a referir algunas distopías que merecen ocupar lugar en la biblioteca de cualquier lector comprometido:

La Máquina del Tiempo de H.G. Wells: en esta novela el viajero del tiempo emprende su travesía a un futuro dividido entre dos razas: los Morlocks y los Eloi. Esta división alude a la lucha de clases que estudiara en Inglaterra otro socialista al igual que Wells: Karl Marx. También es patente el tema de la evolución que posteriormente servirá a su novela La Guerra de los Mundos. Éste se convierte en uno de los puntos más aterradores por cuanto que vemos que mientras más avanza el viajero del tiempo hacia el futuro, no existe tal ‘evolución’ de la humanidad tan vendida por las ciencias a partir de Del origen de las Especies (1958) de Darwin y del paradigma positivista, de modo que, sin solicitarlo, esta obra ya es pionera de la posmodernidad.

Fahrenheit 451 de Ray Bradbury: En esta sociedad futurística está prohibido mantener o leer libros porque mienten y traen infelicidad, por lo que el estado envía a bomberos para quemar cualquier fuente escrita. Guy Montag, bombero de oficio, se revelará contra esta doctrina y deberá huir hacia los bosques, en los cuales se encuentran seres humanos que memorizan libros enteros para no perder la memoria histórica y la capacidad crítica. Bradbury llevó al papel las imágenes de las quemas de libros en la Alemania del Tercer Reich y la Norteamérica Mc Cartista. El título corresponde a la temperatura a la que arde el papel.

1984 de George Orwell: En esta sociedad el ‘gran hermano’ todo lo vigila, desde las caminatas por las calles hasta el encuentro carnal entre sus ciudadanos. Este ser omnipotente controla todas las instituciones y tiene una guardia pretoriana llamada ‘policias del pensamiento’. A ratos se le inyecta dosis de miedo a la gente para controlar sus mentes. Cuando Winston Smith trata de revelarse contra este poder, sus mayores miedos son usados en su contra. Al final éste vuelve a su estado de sumisión. Con esta novela Orwell llevó a otro género su tan explotada aversión a Stalin.

Un Mundo Feliz de Aldous Huxley: Ésta es la era después de Ford y no de Cristo. Es un mundo en el cual se manipula a los embriones para disponerlos a una forma de vida en particular. Así, aquellos que se les condiciona para ser pobres serán felices mientras no se les quiera hacer vivir como ricos y viceversa. El consumo es la prueba máxima de felicidad en esta sociedad. A los niños les es permitido hacer el amor para que desde temprana edad sean felices. En este mundo no existe la tristeza. La muerte del salvaje se convierte en un símbolo de la total desaparición de valores como el amor y la bondad.

Sin embargo, al escribir estas líneas finales creo que lo que nos aterra de las distopías no son sus eminentes realizaciones, sino sus actuales puestas en marcha: ¿Acaso no son las actuales guerras preventivas la materialización de la policía del pensamiento de la novela orwelliana? ¡CUIDADO, EL GRAN GEORGE TE VIGILA!

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