sábado, 2 de agosto de 2008

Una Pista Para Apreciar la Imagen



Jose Ramón Briceño

UPEl-Maracay

valhalla73@hotmail.com

La fotografía es definitivamente uno de los inventos que ha revolucionado el mundo. Nuestro universo personal ha sido movido desde sus cimientos por la imagen, que por su naturaleza supone un documento veraz y que otorga cierta credibilidad a la historia que encierra cada trozo de luz atrapado en la caja negra, que como una extensión artificial del ojo humano otorga al espectador la posibilidad de mirar a través de ojos ajenos eso que el otro ve.

Desde que abrimos los ojos, e incluso cuando los cerramos, la mayoría de nosotros vivimos mirando y creando de manera inconsciente imágenes que corren en nuestro cerebro en forma de impulsos eléctricos, que igual nos confortan, nos deprimen o nos excitan; gracias a ello, los editores han vivido de las imágenes desde que la imprenta nació, cuando éstas eran reproducidas por grabados. Hoy en día, el asunto ha cambiado un poco, por lo menos en cuanto a la reproducción de imágenes respecta. Ahora, el origen de las imágenes es diverso, pero aún tienen en común que todas esas imágenes son compuestas por el ojo humano, no importa si son pinturas, fotografías o videos; si el fotógrafo utiliza el casi caduco rollo de película fotosensible o usa un equipo digital; si la imagen es de un viaje familiar, romántico, pornográfico o simplemente tiene alguna pretensión estética. Lo importante es que el ojo tiene una muleta para congelar su visión y comunicar al mundo que hay otro universo donde las reglas usualmente rígidas de la óptica, se quiebran y transforman a espacios usualmente vulgares no por groseros, si no más bien por cotidianos , en otros territorios dignos de explorar, donde algunas veces lo que nos muestran no existe o son sublimados hasta niveles casi míticos, la poesía hecha visión y transformada en haluros de plata policromados cuyo origen va de los granos de plata hasta los píxeles contados por millones, tan de moda últimamente.

El fotógrafo y su intención jamás están disociados , al igual que el escritor o el poeta, éste difícilmente se deslastra de su mundo interior o de su bagaje cultural, en el ejercicio de la fotografía encontramos de todo, desde aquel al que la estética le sabe a nada y sólo piensa en disparar su cámara para ganarse la vida sin mayores complicaciones, registrando los hechos importantes de la vida de los mortales de a pie (Bodas, Cumpleaños, etc. etc…) hasta aquel cuya preocupación está en contar cosas por medio de sus imágenes, este afán va desde lo sensual del homenaje a la figura femenina con sus desnudos como sutiles honores a la siempre hermosa y sensual mujer, o aquel que apela a los bajos instintos del gran público componiendo imágenes cuyo valor no pasa de un buen par de tetas o de una vagina en primer plano, sólo para incitar el placer simple que deviene del mirar un cuerpo sin tomar en cuenta las formas o valores estéticos de la mujer. También están aquellos que con sus cámaras capturan en sus imágenes fracciones de la realidad que desde su perspectiva constituyen un universo en sí mismas y los nunca bien ponderados pero siempre presentes. Aquellos que han dado en llamar reporteros gráficos, pero que, en honor a la verdad (por lo menos en la prensa regional y local) no son más que ilustradores de artículos y cuyo trabajo por lo general no pasa de ser un acto mecánico; y su valor no pasa de ser la imagen complementaria que se olvida casi inmediatamente después de ser vista. Por supuesto con sus excepciones (recordemos que el único premio pulitzer de Venezuela lo tomó un reportero grafico de Ultimas Noticias a finales del siglo pasado). Más allá de cualquier análisis la imagen cobra importancia, bien por su contenido estético, social, documental o personal los cuales tienen la particularidad de poseer la contundencia que al igual sorprende y agrada plasmándose en el recuerdo del espectador de manera indeleble volviéndose parte del imaginario colectivo de manera referencial. Esto se comprueba fácilmente solo con dar una vuelta en cualquier ciudad o pueblo, observar a su gente profundamente influenciada en su manera de vestir y de percibir el mundo gracias a las imágenes que nos bombardean desde todos los frentes y que, gracias al espíritu hedonista que aun sin saber que existe, poseen todos los seres humanos; y que adoptamos como parte del siempre cambiante código estético que conlleva al eterno juego de seducción y del querer agradar la mirada de todos. En otros casos la fotografía se encarga de llevar la historia de pueblos, familias y países plasmando ese trozo de historia que no podemos capturar de otra manera y tenerla para el recuerdo hasta que la vida nos alcance.


Cuando los santos bajan

Premio Galería Antonio Pelusso

6ta. Bienal Nacional de Fotografía

Autor: José Ramón Briceño, 2006


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